Sí, dicen que la Navidad es tiempo de paz y amor. Cantaría si pudiera, pero lo hago bastante mal y tampoco tengo ganas. En fin, sí, mucha paz y amor, pero también con efectos colaterales indeseados, al menos para mí. Creo que era el año pasado que hablaba de lo poco que me gustan las típicas comidas de empresa que se celebran en estas fechas. Hay otra cosa que me revienta: las participaciones de lotería.
Me explico. No tengo nada contra la lotería de Navidad, tradición sagrada donde las haya. Ni contras las participaciones en sí, sino contra todos los que vienen asaltarte con números del colegio de los churumbeles, la asociación cual o el club pascual. Primer motivo de asco: que bajen a buscarnos gente que ni nos saluda por los pasillos ni sabe como nos llamamos (no exagero), pero que en estas fechas recuerdan nuestra miserable existencia para que les hagamos el favor de aligerarles el peso de su talón de participaciones. Mi respuesta es la única posible: NO. Ejemplo: baja la susodicha de turno, ofrece a todo el mundo, y al llegar a mí ve que mi compañera no está. Claro, no sabe cómo se llama. ¿Solución? “¿La otra va a querer lotería?”. “No, la otra no quiere”, digo yo, sumo sacerdote de la Iglesia del No, haciéndole un favor a mi compi, pues me temo que ella no sabría decir que no.
El segundo motivo es más prosaico. Por si fuera poco aguantar el acoso, encima no juegas por lo que pagas. Es decir, pagas 3 euros de participación, pero medio euro se va en “donativo” a no-sé-qué (ni me interesa saberlo). Vamos, que si tienes la suerte de que te toque encima es el receptor de ese donativo quien se embolsa la parte que graciosamente le has regalado. Pues NO. Por ahí tampoco paso. Yo pago por lo que juego o no pago, faltaría más.
Paz y amor, queridos hermanos. Y paciencia, muuuucha paciencia.
(Banda sonora: Take a Look Around - The Willowz)
Me explico. No tengo nada contra la lotería de Navidad, tradición sagrada donde las haya. Ni contras las participaciones en sí, sino contra todos los que vienen asaltarte con números del colegio de los churumbeles, la asociación cual o el club pascual. Primer motivo de asco: que bajen a buscarnos gente que ni nos saluda por los pasillos ni sabe como nos llamamos (no exagero), pero que en estas fechas recuerdan nuestra miserable existencia para que les hagamos el favor de aligerarles el peso de su talón de participaciones. Mi respuesta es la única posible: NO. Ejemplo: baja la susodicha de turno, ofrece a todo el mundo, y al llegar a mí ve que mi compañera no está. Claro, no sabe cómo se llama. ¿Solución? “¿La otra va a querer lotería?”. “No, la otra no quiere”, digo yo, sumo sacerdote de la Iglesia del No, haciéndole un favor a mi compi, pues me temo que ella no sabría decir que no.
El segundo motivo es más prosaico. Por si fuera poco aguantar el acoso, encima no juegas por lo que pagas. Es decir, pagas 3 euros de participación, pero medio euro se va en “donativo” a no-sé-qué (ni me interesa saberlo). Vamos, que si tienes la suerte de que te toque encima es el receptor de ese donativo quien se embolsa la parte que graciosamente le has regalado. Pues NO. Por ahí tampoco paso. Yo pago por lo que juego o no pago, faltaría más.
Paz y amor, queridos hermanos. Y paciencia, muuuucha paciencia.
(Banda sonora: Take a Look Around - The Willowz)
7 comentarios:
No compro lotería, nada.
Tampoco me ofrecen.
Y la administración es el mayor caldo de cultivo para este tipo de cosas (y otras "de peores"). Por experiencia lo digo.
Así no te harás nunca millonario. Yo compro décimos.
¿Tú también eres del gremio?
Fui.
Del futbol, del club de Natació, de la Coral, de l'Associació de veïns, de l'AMPA, ...sic...
Hemos seguido trayectos inversos :)
No, no, no, no i no.
Doncs si no compres, no tocarà...ein...;P.
Jo en compro molt poca, la veritat..la probabilitat és taaant baixa!!!
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