
El camino de la construcción personal a veces se edifica sobre sucesivas destrucciones. Te caes y te levantas, te caes y te levantas... No suele ser algo premeditado, por lo general desearías ahorrarte los malos tragos, pero -insisto- no lo puedes evitar porque tomas las decisiones que crees correctas, aunque luego se demuestre el error. Temerario, tonto, llámalo como quieras.
Como cantaba Fito, a veces nos enganchamos a "la más guapa y a la menos buena". Bien, lo de la más guapa tampoco tiene que ser literal, aunque sí nos lo parezca a nosotros. En su momento le previne sobre aquella relación. Una vez nada más, de manera tangencial, en temas íntimos no me entrometo si no me dan vela en el entierro. Sin embargo, cual príncipe de cuento, ahí estaba él, dispuesto a meterse en la cueva del dragón. Cuando alguien está tan convencido no puedes sino apoyarle en su decisión y cruzar los dedos, rogando que seas solo un mal pensado.
Volvió como los restos desmadejados de un naufragio, empujados hasta la orilla por la marea. Conozco esa mirada, reconozco las heridas que dejan esas caídas por mucho que se intenten ocultar. En ocasiones somos como mariposas que vuelan en pos del fuego. Y cuando revoloteas en torno a las llamas, tarde o temprano te quemas. Así que no insistí. Cada uno se desahoga como mejor le conviene. Solo te queda estar ahí, disponible, por si quiere aligerar la carga. O simplemente, para que sepa que le entiendes, para animarle.
La vida sigue. Uno debe lamerse las heridas para que cicatricen antes de la siguiente caída.
(Banda sonora: Remember Me - British Sea Power)