Hablar mucho de uno mismo puede ser un medio de ocultarse.
Friederich Nietzsche
Si por la calle soy el hombre invisible, en el trabajo me transformo en el hombre cafre. Curioso para un tímido como yo, ¿verdad? En realidad es la única máscara, aparte de la original, que uso.
Se trata de mi último destino, antes no me comportaba así; era, simplemente, invisible. Primero, intentaron "de buen rollo" colarme una faena de otros, a lo que me negué taxativamente. Dios dijo hermanos, pero no primos. No voy a hacer algo para lo que pagan a otro, para que éste se dedique a tocarse las narices. ¡Faltaría más! Segundo, y el verdadero detonante, las hordas de cenotriousuarios que debía soportar (ahora ya solo de forma colateral). Nunca he tenido paciencia, y la conjunción de imbecilidad, malos modos e ignorancia supina de aquellas hordas no contribuyó a que formara y mostrara un espíritu zen.
Afortunadamente, como apuntaba, ya no estoy en el ojo del huracán. Menos mal, porque cuando uno empieza a semivacilar a la gente (a los que se lo merecen, por supuesto), es síntoma de que algo está fallando en sus circuitos neuronales: esa no debe ser la forma de comportarse, ¡pero yo nunca pedí que me pusieran cara al público! También tenía su lado positivo: era el pararrayos. Cuando venía algún gili lo ventilaba (y aún ventilo a alguno) sin miramientos, no como los otros, que se achantan y casi les falta disculparse. Para esto no tengo vergüenza y, encima, me sobra mala leche.
Soy un profesional. No hago distinciones. No perjudico a nadie, pero no hago excepciones salvo causas muy, muy justificadas. Ya me pueden venir suplicando, lloriqueando, cabreados, zalameros, me da igual. Las reglas son iguales para todos y yo no doy preferencia a nadie (hacer excepciones implica que varias personas pringuen más, y por ahí no paso).
¿Que qué dicen mis compis? Pues como en el fondo son unos buenazos y, además, les sirvo para hacer de poli malo, ya aceptan mis salidas de tono como algo normal. Y, aunque a veces les cueste más reconocerlo, porque les suelto verdades como puños, no políticamente correctas ni reglamentarias. Ya se sabe que las normas van por un lado, y la realidad por otro. Yo intento que nos vayamos acercando a la realidad, pero los de arriba... ay, menuda pandilla de...
Aunque, ¿y si la auténtica máscara fuera la de tímido y mi verdadero yo es el cafre?
(Banda sonora: Mundo - Clovis)
Se trata de mi último destino, antes no me comportaba así; era, simplemente, invisible. Primero, intentaron "de buen rollo" colarme una faena de otros, a lo que me negué taxativamente. Dios dijo hermanos, pero no primos. No voy a hacer algo para lo que pagan a otro, para que éste se dedique a tocarse las narices. ¡Faltaría más! Segundo, y el verdadero detonante, las hordas de cenotriousuarios que debía soportar (ahora ya solo de forma colateral). Nunca he tenido paciencia, y la conjunción de imbecilidad, malos modos e ignorancia supina de aquellas hordas no contribuyó a que formara y mostrara un espíritu zen.
Afortunadamente, como apuntaba, ya no estoy en el ojo del huracán. Menos mal, porque cuando uno empieza a semivacilar a la gente (a los que se lo merecen, por supuesto), es síntoma de que algo está fallando en sus circuitos neuronales: esa no debe ser la forma de comportarse, ¡pero yo nunca pedí que me pusieran cara al público! También tenía su lado positivo: era el pararrayos. Cuando venía algún gili lo ventilaba (y aún ventilo a alguno) sin miramientos, no como los otros, que se achantan y casi les falta disculparse. Para esto no tengo vergüenza y, encima, me sobra mala leche.
Soy un profesional. No hago distinciones. No perjudico a nadie, pero no hago excepciones salvo causas muy, muy justificadas. Ya me pueden venir suplicando, lloriqueando, cabreados, zalameros, me da igual. Las reglas son iguales para todos y yo no doy preferencia a nadie (hacer excepciones implica que varias personas pringuen más, y por ahí no paso).
¿Que qué dicen mis compis? Pues como en el fondo son unos buenazos y, además, les sirvo para hacer de poli malo, ya aceptan mis salidas de tono como algo normal. Y, aunque a veces les cueste más reconocerlo, porque les suelto verdades como puños, no políticamente correctas ni reglamentarias. Ya se sabe que las normas van por un lado, y la realidad por otro. Yo intento que nos vayamos acercando a la realidad, pero los de arriba... ay, menuda pandilla de...
Aunque, ¿y si la auténtica máscara fuera la de tímido y mi verdadero yo es el cafre?
(Banda sonora: Mundo - Clovis)
10 comentarios:
Pero a mi me tratará bien, no? como a un colega, no?
:D
Hombre, sí, pues faltaría más. Yo también tengo mi fibra sensible (sintética, eso sí).
Me acabo de acordar de una vez que pase delante del despacho de un profe mientras revisaba el examen de un alumno muy suspendido:
A: Ya, peeero, es que, no pude estudiar muuucho, y...
P: No si esto esta claro, por eso has suspendido
Siguio asi un buen rato. Detras de la puerta casi aplaudimos ;)
Un blandiblú el profe. Yo no hubiera seguido un rato discutiendo sobre lo evidente... salvo que quisiera cachondearme del alumno-jeta en su cara, claro.
Uno cosa és el contingut i l'altra les formes. Jo continuo dient que es pot ser clar i contundent i alhora respectuós, correcte i fins i tot amable (això només si ve de gust)
Haurieu de veure amb quina gràcia dic als estimats redactors que malhauradament m'és impossble ajudar-los pq dins de les nostres funcions NO entra fer els deures dels seus fills.
(i cíclicament, que s'ha de dir...Maleïts treballs de recerca...)
es pot ser clar i contundent i alhora respectuós, correcte i fins i tot amable I tallant, perquè ho agafin ben claret. Amable, però sense passar-se, eh?
Per què volen que els feu la feina dels nens quan poden entrar ells mateixos al gúguel? Els redactors no saben fer "periodisme d'investigació"?
A mí me resultó, durante mi etapa leguleya, convertirme en "el hombre cofre": esto es, tragarme todas las cuchilladas verbales que se merecían algunos de mis repugnantes clientes.
Esto lo puse en práctica desde el día que me di cuenta que es bastante factible que alguien no te pague, por muy buen profesional que seas, si lo llamas "hijo de la gran puta"...
Lo cortés no quita lo valiente. Por muy tímido que seas, si hay que sacar el genio se saca. Me parece cojonudo.
Saludos!
Grom, es el "problema" de la abogacía: todo el mundo tiene derecho a un abogado, sean impresentables, culpables, se merezcan lo peor, etc. Y como su representante, defensor de sus derechos, te ves obligado a tragar con todo el pack del cliente. Yo no serviría.
No obstante, en pocas profesiones no te ves obligado muchas veces a morderte la lengua para no soltar lo que piensas :(
Yo creo que no tengo mucho genio, Déägol, se trata más bien de falta de paciencia e irascibilidad. Raro es el día que no me asaltan las ganas de enviar "por ahí" a algún chulo de los que cada día vienen al trabajo. Afortunadamente, para ellos y para mí, ahora ese no es mi cometido.
Ufff tipo Chik Norris...pues también él tiene un lado ZEN!
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