Ser anciano no es ninguna bicoca. Achaques, penurias, y la maquinaria de la burocracia engrasada para putearles en todo lo posible. Eso sí, en su momento anunciaron a bombo y platillo que subían las pensiones más bajas un 6%. ¡Guau! Calculad ese porcentaje sobre 300 euros. Un chollo, damas y caballeros.
Mi madre va al médico, se dirige al mostrador para confirmar unas medicinas de mi padre y, ¡oh, sorpresa! le dicen que les consta como fallecido. La pobre mujer intenta explicarles que no, que le acaba de dejar en el comedor viendo la tele y que si quieren le llama para que se presente en el CAP. Le dicen a mi madre que no hace falta (pensarían que no fuese que intentaran resucitarlo en plan "La momia" y se liase una gorda, cucarachas asesinas incluidas), hasta que una más enterada le dice que pase el día siguiente "no sea que vaya a tener problemas para cobrar la pensión". Ya me huelo que este mes, como mínimo, no la cobra.
¿Qué clase de burocracia padecemos? ¿De quién es la culpa? Ellos no lo saben (olé), claro, porque estas cosas las hacen los ordenadores (¡!). Casualmente, esa misma mañana habíamos hablado en el desayuno de la burrocracia (el mejor ejemplo visto, en "Las doce pruebas de Astérix"), a cuenta de las cagadas que cometen los que -presuntamente- gestionan personal a la hora de gestionar nuestros datos. Yo defendí que los que metían los datos eran chimpancés con los brazos escayolados, lo que explicaría el alto índice de errores que cometen. Cuando esos errores son incomprensibles (e inadmisibles en una sociedad también presuntamente civilizada y con ciertos avances tecnológicos) podría deberse a que quienes hacen los programos son chimpancés ciegos que solo saben español y escriben los códigos con unos teclados en cirílico.
El problema, además, estriba en que luchar contra esa burocracia suele ser una batalla perdida de antemano. Nunca se descubrirá quién la ha cagado, ni siquiera se disculpan de los errores cometidos, y es el propio afectado quien debe preocuparse de mover cielo y tierra para desfacer un entuerto del que es víctima inocente.
Ya veremos cómo acaba la historia de mi padre. Igual puedo sacar unos euros llevando a la tele a un muerto viviente, ¿no?
P.D.: Y la sanidad por esos mundos de ahí afuera...
(Banda sonora: This is an emergency - The Pigeon Detectives)
¿Qué clase de burocracia padecemos? ¿De quién es la culpa? Ellos no lo saben (olé), claro, porque estas cosas las hacen los ordenadores (¡!). Casualmente, esa misma mañana habíamos hablado en el desayuno de la burrocracia (el mejor ejemplo visto, en "Las doce pruebas de Astérix"), a cuenta de las cagadas que cometen los que -presuntamente- gestionan personal a la hora de gestionar nuestros datos. Yo defendí que los que metían los datos eran chimpancés con los brazos escayolados, lo que explicaría el alto índice de errores que cometen. Cuando esos errores son incomprensibles (e inadmisibles en una sociedad también presuntamente civilizada y con ciertos avances tecnológicos) podría deberse a que quienes hacen los programos son chimpancés ciegos que solo saben español y escriben los códigos con unos teclados en cirílico.
El problema, además, estriba en que luchar contra esa burocracia suele ser una batalla perdida de antemano. Nunca se descubrirá quién la ha cagado, ni siquiera se disculpan de los errores cometidos, y es el propio afectado quien debe preocuparse de mover cielo y tierra para desfacer un entuerto del que es víctima inocente.
Ya veremos cómo acaba la historia de mi padre. Igual puedo sacar unos euros llevando a la tele a un muerto viviente, ¿no?
P.D.: Y la sanidad por esos mundos de ahí afuera...
(Banda sonora: This is an emergency - The Pigeon Detectives)
8 comentarios:
Recortes de presupuestos. Progrmas reparchados. Subcontratas. Personal sin formación. Horarios infames. Sueldos de asco.
El milagro de lso tiempos modernos.
Ni siquiera serviriá la historia para al tele, es un error ya tan común...
La burrocracia... ains... animos que luchar contra ese tipo de incompetencia es cansado.
Cuando mi abuela murio y fueron al registro, alli les preguntaron que cual de las dos con los mismos nombre y apellidos que tenian alli era... 0_0'
Ya veremos cómo acaba la historia de mi padre. Igual puedo sacar unos euros llevando a la tele a un muerto viviente, ¿no?
I si no pot cobrar la pensió, que ta mare intenti cobrar la de viudetat...no sé..
Que surrealista...
I des que sap que està mort, el teu pare no ha notat res d’estrany?
Y a mí que me da que de error, nada, que lo hacen aposta para ahorrarse unos eurillos en el pago de las pensiones (siempre he defendido que los accidentes de los autobuses del Imserso forman parte de una audaz campaña anti-crisis).
Lo que yo me pregunto es: ¿esta gente era así antes de aprobar la oposición? ¿O pierden masa encefálica con el nombramiento de plaza? ¿Es conveniente que los altos cargos funcionarios se puedan reproducir? Preguntas, preguntas...
Eso sí, estimado Manu, lo del fulano inglés de la gamba no tiene precio.
Ui Manu, que negatiu que ets, home, si resulta que tenim el sistema sanitari millor del món (i a cap infermer o tècnic sanitari se li acudiria d'intentar cuinar una gamba amb un electroshock)...
Respecte a la burrocracia, estic amb Grom i les seves preguntes!.Una ex aspirant a treballadora de la "cosa nostra" (la funció pública).
Hablando de burrocracia. Os recomiendo que leais "El Proceso", de Kafka
Ay, acolostico, volvemos a las condiciones laborales propias de la Revolución Industrial. Del XXI al XIX, solo hay que mover un palito. Y encima no puedo forrarme con lo de mi padre.
Marta, porque en esos momentos uno no está para bromas pesadas. De otra manera, a saber cuál hubiera dicho yo...
No, Anna, no m'ha dit allò de "A veces veo muertossss".
Grom, como la Ley de la Dependencia. Dan una ayuda de un céntimo a una abuela que cuida a su marido ciego. Estas cosas solo pueden pasar en Ejpaña.
Claro que en la Pérfida Albión también cuecen habas.
Replicant, i encara sort dels que no cuinarien la gamba així, perquè amb tots aquests metges nouvinguts a qui convaliden el su títol comprat al seu país, doncs...
Ah, Kafka, ese clásico entre los clásicos.
Joder, qué fuerte. Lo siento, y lo peor de todo es que no me extraña. Kafka rules!
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