Supongo que hoy debería hablar de la Navidad. Limitarme a felicitaros las fiestas, a soltar las frases de rigor sobre el tema para despachar el asunto. Pero cada vez hay más personas a las quien no les gustan estos días. Tal vez porque parece obligatorio juntarse en familia y/o ser feliz. Así que voy a elucubrar sobre la felicidad.
Una osadía por mi parte. En realidad, no sé definirla, ni siquiera explicar con claridad lo que significa para mí. Es un estado tan íntimo a la par que con un significado tan diferente para cada persona, que nadie mejor que uno mismo para saber lo que expresa para él. Creo que esa obligación, ser feliz, propia de estas fechas, ha hecho que muchos posts de este mes hayan sido un pelín autodestructivos en lo que a mí respecta. Me fastidian las imposiciones. Y más cuando me piden que alcance algo tan inaprensible, etéreo, fugaz. Algo tan difícil de hollar como la cima de un K-8.
En algunos momentos de lucidez, extraños en mí, he llegado a la conclusión que la felicidad, o lo más parecido a ella, llega en la ausencia de problemas. Para otros será en los momentos de triunfo, de éxtasis, Pero si yo aceptara que solo se alcanza en la consecución de esas metas posiblemente jamás aprehendería ese estado de felicidad. Uno no debe fijarse metas imposibles, so pena de ser un eterno insatisfecho. A veces nos empeñamos en querer lo que no tenemos, o peor, lo que no podemos tener. Tal vez me marque objetivos muy magros. Debe ser porque ya me he llevado tantos palos, tantas decepciones, que la coraza protectora con la que me he investido no me permite avanzar tan rápido ni saltar tan alto como los demás. No me quejo, pues para eso me lo he autoimpuesto.
En "
El club de la lucha" dice el prota que no somos lo que poseemos. Hoy parece que la felicidad se alcanza mediante el consumo, la acumulación de bienes, incluso de experiencias (cuanto más exclusivas, mejor). Lo que yo llamaría "felicidad low cost". Previo a ello es el éxito profesional, la aceptación incondicional de las normas de la manada. Puede ser un atajo hacia la felicidad, cierto, pero así nunca se alcanza, yo no. O lo que se alcanza así yo no me atrevería a llamarlo felicidad.

Tampoco seré yo quien sostenga que la felicidad está en la contemplación de una amanecer ni en otros rollos jipijapiflowers. Sin embargo, para mí sí está asociada a las pequeñas cosas, a los detalles, en contraposición a la escala macro. El triplete del Barça me dio mucha alegría, el nacimiento de mis hijos me concedió un instante glorioso de felicidad, cogerlos por primera vez en mis brazos. No sé exactamente lo que es la felicidad, pero aquí estoy, enrollándome sobre el tema. Mejor corto ya.
Pues eso, felices fiestas. Como mínimo, que las sobrellevéis lo mejor posible. Admito que es en estas celebraciones familiares cuando más bebo de todo el año. No, no es para soportarlas mejor. Más bien es para que los demás sean capaces de aguantarme a mí.
Por mi parte, seguiré buscando. La Navidad es tan buen momento como cualquier otro para encontrarla.
P.D.: Me tomo unos días de vacaciones. Hasta la semana que viene.(Banda sonora: Te echamos de menos - Dorian)