Salamina

Muchas veces el género fantástico, y en especial la fantasía, no es más que una transposición de épocas pasadas en un nuevo mundo con elementos completamente imaginarios. Así, podemos encontrar ecos de la Edad Media en un montón de novelas de fantasía, en especial las de espada y brujería. Pero ¿para qué inventar otros mundos cuando en nuestro pasado, sin pasar por ningún turmix imaginativo, encontramos suficientes elementos para crear una ficción de primera?

Javier Negrete es un experto en mundo helénico clásico, no en vano es profesor de griego. Además de la saga de Tramórea, ya ha explorado en otras novelas el imaginario y las leyendas griegas. En “Salamina” encontramos épica, aventura y emoción a raudales en el marco de las Guerras Médicas. A través de la figura de Temístocles (y una amplia panoplia de secundarios con mucha chicha) contemplaremos la lucha por la supervivencia de Atenas y la de Grecia contra el poder persa, primero del rey Darío y luego de Jerjes. Seremos testigos de las batallas de Maratón, la de las Termópilas y, como final de fiesta, la batalla naval de Salamina. Y todo ello aderezado con las divisiones entre los pueblos griegos, las traiciones y rencillas entre atenienses, la magnificencia y los excesos persas.

Además, somos testigos de los cambios sociales en Atenas: desde el poder omnímodo de los eupátridas sobre el pueblo, hasta la transición –obligada por la necesidad de implicar a todos los atenienses en la guerra para evitar su destrucción- hacia la democracia, impulsado todo ello por Temístocles (a medio camino entre ambos, pues el hijo de un rico comerciante), quien, no obstante, será un ejemplo de demagogia para mover al pueblo en función de sus objetivos. Pues a Temístocles le mueve tanto la ambición, el ansia de pasar a la historia como de promover la grandeza de Atenas. De hecho, ambos objetivos se complementan.

Por si fuera poco, tenemos una historia de amor a dos bandas. La de Temístocles con Apolonia, a quien salvará de la destrucción de Eretria como represalia persa. Y también con Artemisia, reina de Halicarnaso, y prima de Temístocles, bandaka de Jerjes, y por tanto enemiga de los griegos. ¿Quién da más?

Además, aparte un epígrafe en la que Javier Negrete explica los fundamentos históricos que sustentan la novela, aquellos huecos de la historia que aprovecha para novelar, intercala al final de cada parte en la que se divide la novela fragmentos de textos clásicos, por ejemplo de Heterodoto, con los que apuntala el relato. Utilizando un símil cinematográfico, frente a tantos peplums “Salamina” es una auténtica superproducción literaria.

Eso sí, la letra es un poco chiquitina para mi gusto. Recomendable.

Salamina; Javier Negrete; Espasa; 2008; 545 páginas

(Banda sonora: Más - Spam)

¿Trucos para leer?

Podemos rompernos los cascos pensando en cómo promocionar la lectura frente al alud multimedia y el vocabulario sms. Para los que tenemos niños no es una cuestión baladí. Tenemos un problema de enseñanza. Hay que adecuar las lecturas a los niños, no obligarles a leer pestiños -por muy clásicos que sean- para que aborrezcan los libros por querer cazar moscas a cañonazos.

Algo falla cuando a partir de los 14 años muchos críos empiezan a desengancharse de los libros. Algo falla cuando muchos críos no entienden lo que están leyendo, no son capaces de explicarlo ni razonarlo: entonces, ¿cómo van a aprobar? Estar escolarizado no es incompatible con ser un analfabeto funcional, en parte debido a lo dicho en la frase anterior.

Como yo nunca tengo respuestas, o las que tengo son muy mías, poco aplicables a los demás, sugiero la lectura del artículo de Emili Teixidor: "Estrategias del deseo o trucos para leer".

Ojalá le sirva a alguien.

(Banda sonora: De momento abril - La Bien Querida)

Jugando con las cartas marcadas

No suelo ver la publicidad en las web. Estoy inmunizado, aunque no puedo evitar que algunas chorradas ocasionalmente me dañen la vista: descubre la fecha de su muerte, escribe tu nombre y el de él/ella y descubrirás vuestra compatibilidad, gana 4 kilos de músculo en una semana, etc. No me puedo creer que exista nadie tan canelo como para caer en timos tan evidentes.

Pero hubo uno que tuve que mirarmelo bien para creerlo. Se trata del anuncio para usar el dni electrónico, promovido por el Ministerio de Industria. Lo raro no era el anuncio, sino su ubicación. Estaba en una web de descarga directa. Posiblemente la mejor .es en esa categoría. Alucinante.

Ni tengo nada contra la web, faltaría más, ni contra el anuncio. Lo que me deja atónito no sé si es la ignorancia del Ministerio o de quien le gestiona la publicidad, o directamente su hipocresía, por estar dispuestos a cerrar esas webs a instancias de la SGAE y demás entidades de gestión de derechos, y hasta que llegue ese momento aprovechar el alto tráfico de las mismas para anunciarse.

O yo soy muy tonto, que lo soy, o estoy rodeado de vivales.


(Banda sonora: Extraterrestres - Antònia Font)

Como una y cuento veinte

Aparece la enésima encuesta. 10.000 entrevistas en no-sé-cuántas ciudades. Dice que los españoles tienen su primera relación sexual entre los 18-19 años. Ellas, entre los 21-25 años. Pues no sé, creo que algo no me cuadra. También es problema que en los titulares suelen dar los datos más espectaculares, sin bajar a los detalles que podrían permitir entender los datos en cuestión.

O la mayoría de los españolitos se acuestan por primera vez con mujeres mayores que ellos, o los números no casan mucho. Claro que, en la mejor tradición patria, no me extrañaría que hubiera mucho cantamañanas y bocas. Porque si tengo que elegir entre a quién me creo, a hombres o mujeres, la elección está bastante clara.

Como suelo decirles en el trabajo, la gente miente como respira (lo que me lleva a otra estadística que decía que las personas mienten una media de dos veces al día).

(Banda sonora: Tits and Acid - Simian Mobile Disco)

No-Do

A veces me cuesta entrar en una película. Ese fue el caso de “No-Do”, dirigida por Elio Quiroga. Una médico de urgencias coge una baja para cuidar a su bebé. Padece, aparentemente, problemas de estrés, agravados por el sufrimiento que le supuso la pérdida de un hijo anterior. Con su marido alquilan una mansión propiedad de la iglesia, que en tiempos fue utilizado como sanatorio (¿mental?). Nos encontramos, una vez más, ante otra versión de la casa embrujada.

A partir de aquí la historia avanza en paralelo. Por un lado las vicisitudes de la mujer: tiene visiones, teme lo que pueda pasarle a su hijo, todo ello deteriora su relación de pareja, pues su marido, también médico, permanece ajeno a la versión tenebrosa de la mansión, además de a los propios fantasmas de su mujer. Por otro, una mujer mayor que fue residente en el antiguo sanatorio y el cura que le dio el alta para cerrar el sanatorio. Ella busca sin descanso a su marido; él, se dedica a formar sacerdotes para investigar la veracidad de posibles milagros. Hasta que ambas mujeres se encuentran y se ponen en manos del cura para averiguar lo que está pasando en esa casa.

Aunque lo del No-Do al principio puede despistar, tiene un carácter fundamental en el devenir de la peli. Aparte de los noticieros y documentales normales, se realizaban otros para la Iglesia, uno de los poderes de la época, para investigar posibles casos sobrenaturales o de carácter milagroso. Y hasta aquí puedo decir.

Como decía al principio, de entrada me pareció otra peli más del género hasta que, de repente, pasada media película, las piezas empezaron a encajar y cobrar sentido. Por fin he visto una peli de terror nacional decente.

Notable.

(Banda sonora: El baile de los huesos - Virüs)

Pequeños consumidores

Todos sabemos que la misión del márquetin y la publicidad es vender, generar necesidades -reales o no- que necesitan satisfacerse, y crear nuevos consumidores. Los expertos en la materia codician el mercado infantil, los futuros consumidores. El problema es cuando los padres, conscientemente o no, caemos en esa trampa y les seguimos el juego.

Así, ya existe la figura del "niño consumidor", críos entre 7 y 10 años que tienen muy clarito que productos, como ropa y móviles, quieren comprar. Y, encima, les gusta ir de tiendas. La pregunta, como acertadamente se hizo James McNeal, experto en consumo infantil, es ¿cómo es posible que niños de 6 y 7 años no solo tengan dinero, sino además lo estén gastando? Los culpables son evidentes: los padres.

Sí, puede que el mercado nos ponga la zanahoria delante de las narices. Pero quién si no los padres facilitan el dinero y, llegado el caso, incitan o toleran ese comportamiento en sus hijos. Es más, al menos en los EE.UU. es una tendencia consolidada: son los padres quienes animan a sus hijos a comprar. Según ellos, comprar es tener independencia. Ser independiente es ser maduro. Y los padres estadounidenses quieren hijos maduros. No deja de parecerme curioso que mientras queremos adultizar a nuestros hijos, muchos adultos padezcan del síndrome de Peter Pan, quieran parecer siempre jóvenes, comportarse casi como adolescentes.

Es un tema de concepto. Para mí madurez equivale a responsabilidad. A un niño no se le puede exigir la misma responsabilidad que a un adulto. Mucho menos que se comporte como un adulto, o que reproduzca los mismos clichés y errores que los padres, en este caso, el consumismo desaforado. ¿Ser maduro es gastar irresponsablemente? Porque anhelar unas bambas de marca tal, o una camiseta de marca cual, ¿es consumo responsable?

Puedo entender que Alba quiera unas zapatillas en las que salgan unas princesas de Disney, porque le gustan, o David otras en las que esté el dibujo de Spiderman, pero no comprendería que se emperraran en que les comprara unas Converse, unas Nike, Adidas, etc. Por supuesto, al final se comprará lo que digan sus padres, aunque se tenga en cuenta su opinión y sus gustos, pero todo ello dentro de la normalidad. El día que David me pida unos calzoncillos de Calvin Klein se me caerá el alma al suelo.

Pero si los propios padres son fanáticos de las marcas, asumen que consumir determinadas marcas implican ciertos valores o te invisten con determinadas cualidades, apañados vamos. Nuestros hijos son pequeñas fotocopias de nosotros mismos. Y no siempre se refleja en ellos lo mejor de nosotros.

Consumo, luego existo. ¿Se supone que esto es la evolución?

(Banda sonora: Efecte Dòmino - u_mä)

¿El matrimonio es la modernidad?

Suelo ver las noticias nocturnas de La Sexta. No es que sean las mejores, son las que empiezan primero. La presentadora da la noticia de la aprobación de los matrimonios homosexuales en Portugal: "una victoria para los homosexuales y la modernidad". Una victoria para los derechos civiles vale, pero ¿la modernidad? Creo que me quedé un segundo boquiabierto. ¿Qué tiene que ver la modernidad en este tema? ¿Puro esnobismo?

A partir de ahí me asaltaron las preguntas de rigor: ¿esa mujer sabe lo que está diciendo? ¿Cree en lo que está soltando? ¿Es un mero busto parlante que repite lo que pone el teleprompter sin más? Tampoco me debería extrañar. Cierto tipo de noticias, en esta cadena y en las otras, se trufa de opinión, se da bajo la óptica de la línea editorial (política) de la televisión en cuestión o se edulcora bajo la premisa de lo políticamente correcto.

En una escena de "Hazme reír", el personaje de Eric Bana (casado) está zumbando al de Adam Sandler (soltero), peleándose por la esposa del primero. El casado, enzarzado con el otro el en suelo del jardín, le chilla como si fuera el argumento definitivo para que deje en paz a su esposa: "ningún casado es feliz". Pues eso. Si los gays quieren ser modernos y casarse, adelante. Eso sí, que se atengan a las consecuencias de su nuevo estado civil. Una vez abierta la caja de Pandora...

Claro que me gustaría ver cómo dan aquella noticia en Irán, por ejemplo (si es la que la dieran allí, que lo dudo).

(Banda sonora: Gat - Maria Coma)

San Valentín


(Banda sonora: Tú, Garfunkel - The New Raemon)

La pell freda

Hay novelas de las que oyes maravillas y cuando te enfrentas a ellas te parece que no son para tanto. No porque no tengan la calidad que te anunciaban, sino porque después de tanto bombo y platillo te esperabas el no va más, o por algo tan mundando como que no te acaban de hacer el peso. Por eso tomé “La pell freda” con interés a la vez que con cierta prevención. Por si fuera poco, yo habitualmente leo en castellano, no en catalán.

A estas alturas de la película resulta ocioso, creo, explicar de qué va esta novela, así que os ahorro una nueva pérdida de tiempo. No sé qué tal será la traducción al castellano. La versión original vale la pena. Brillante el tratamiento psicológico de los personajes y la intrahistoria del prota, el cambio que van experimentado a medida que pasa el tiempo, el lenguaje usado.

Con la tensión in crescendo, siendo partícipes de la locura que amenaza con atrapar a los personajes, la lucha no solo contra el "enemigo" sino contra la propia deshumanización por parte del prota, con la duda permanente de por qué pasa lo que pasa (así como alguna otra pregunta cuya respuesta queda a nuestra imaginación). Me dio un aire, sobre todo al principio, al “El horror de Dunwich”, relato de Lovecrat, con el agravante de que aquí no hay lugar dónde escapar.

Además es una novela corta (hoy en día, toda la que no llegue a 400 páginas lo es), con lo que se lee de un tirón. Absolutamente recomendable para el aficionado a la literatura fantástica. Para el aficionado a la literatura, también.

(Banda sonora: An Average Idea - Love in October)

Capitalismo a la española I


(Banda sonora: Superganga - Glissando)

Protégez-vous



(Banda sonora: Start of my heart - Joan as a Police Woman)

Iletrados

Según el Barómetro del CIS el 21% de los españoles no leen ni un solo libro. El 18,2% no leen libros casi nunca. Entre los raros que sí leen, la mayoría (no se especificaba el porcentaje) lee de dos a cuatro libros al año.

¿De qué nos extraña? Esos engendros, llenos de páginas con un montón de letras, algunas veces terriblemente pequeñas. Si al menos fuera tipografía del 20. Y encima sin apenas fotos, ilustraciones o dibujos que lo hagan más llevadero con tanto texto infumable. Me han dicho que los que leen pueden quedarse miopes con el tiempo, incluso cegatones.

¿Para qué se inventó la tele, digo yo? Para entretenerse, para estar informado, para saber lo que tenemos que pensar. También tenemos interné.

Entonces, ¿por qué entre sus aficiones un montón de gente dice que la lectura?

(Banda sonora: Heavy Cross - Gossip)

Política y fútbol

Desde hace tiempo que la política usa el fútbol porque sabe del tirón que tiene. Es de sobras conocido el bazar de negocios del alto estanding que se había montado en el palco del Bernabeu durante el primer mandato del "Ser Superior" Florentino. Y qué decir de los equilibrios de fuerzas políticas en la directiva y el palco del Camp Nou, por no mencionar las veleidades políticas de Joan Laporta. Ambos comportamientos me parecen igualmente inaceptables.

Ahora, los estudios del CIS avalan algo que se sospechaba: la izquierda es culé y la derecha, merengue. La tasa de simpatizantes del FC Barcelona entre los electores de izquierda (41%) duplica a la de simpatizantes del Madrid. Casi el 43% de los ciudadanos de centroderecha y el 50% de los de derecha son del Madrid, frente a menos de un 20% que simpatizan con el FC Barcelona. Ya sabíamos que somos como la noche y el día, esto simplemente es un dato más que lo confirma.

Pero hay curiosidades: cerca de uno de cada diez electores nacionalistas simpatiza con el Real Madrid. Y otra: los de derechas son los que en mayor grado se irritan ante las críticas de amigos o familiares a su equipo.

Y yo que creía que las filias futbolísticas se iniciaban en la más tierna infancia, cuando todavía no tenemos ni repajolera idea de política.

(Banda sonora: Untrust Us - Crystal Castles)